Al ignorar a nuestro niño interior y no ocuparnos de sanar sus heridas, estamos alimentando emociones de baja vibración, que nos llevan a tener problemas de pareja, adicciones, relaciones tóxicas y codependientes.
Es cierto que la experiencia de reencontrarte con tu niño interior lastimado puede resultar abrumador, ya que te enfrentas a los eventos que causaron esas heridas. Normalmente, es algo que evitamos a toda costa.
Pero, este encuentro puede ir más allá del dolor, porque en nuestra infancia existe una riqueza, recuerdos impregnados de olores, colores, sabores, objetos y un sinfín de experiencias que te conectan con quien verdaderamente eres.
Es la etapa de la espontaneidad, de la mejor complicidad, una época artística donde se podían armar los mejores castillos y los más grandes pasteles. La simplicidad y la astucia eran las mejores herramientas. Tú, tenias el poder de cruzar tus límites, es más, para ti no existían.
El trabajo con nuestro niño interior nos ayuda a conectarnos desde la edad adulta, a esa parte creativa y espontánea. Recuperamos esa magia en la capacidad de asombro.
Sin embargo, el ignorar a nuestro niño interior herido, te lleva a sentirte molesto y frustrado. Te puedes convertir en un manipuladora resentido, y sufrir todas tus relaciones afectivas, incluyendo la más importante: Contigo mismo.
Casi todas nuestras creencias y patrones de comportamiento, tanto negativos como positivos, los adquirimos en la infancia. A partir de entonces, las experiencias de vida se han basado en lo que aceptamos como verdad desde aquella época.
Te invito a descubrir a tu niño interior, a darle paso a un cambio de comportamiento y pensamiento.
Tú tienes el poder de cuidar y rescatar esa real esencia que habita en ti.
Tú tienes el poder de cuidar y rescatar esa real esencia que habita en ti.
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